lunes, 9 de noviembre de 2015

Sorpréndete

No hay mejor sensación que sorprenderte a ti misma. Sorprenderte por ser capaz de decir las cosas claras y con respeto. Por hacer frente a los demás sin gritar y con conocimiento de causa. Sorprenderte por emocionarte por cosas que antes te resbalaban y por mantener la mente fría en ocasiones en las que el cuerpo te habla.


Sorprenderte por la facilidad de hablar con personas que no conoces y también de molestarte por cosas nimias. Por no poder retener las caras y nombres de todas las personas que conoces y confundirlas en más de una ocasión. Por congeniar con una persona con la que ya te habías cruzado antes y pensabas que te iba a caer mal. Sorprenderte de lo contradictoria que puedes llegar a ser en un mismo día. Sorprenderte por la rapidez de respuesta en situaciones que antes no hubieras dicho nada.

No hay mejor sensación que sorprenderte cada día y sentir que has crecido como persona, siendo feliz contigo misma.

Complicidad

Echo de menos la complicidad, el contarnos todo. El hablar de todo y de nada. Ahora las conversaciones se resumen a cosas superficiales, hechos que nos han ocurrido y poco más.

Quiero volver a tener una de esas conversaciones en las que desnudabas tu alma y te comprendían. Que conforme avanzaba la charla ibas asentando tus ideas y llenándote del punto de vista del otro. Que te sentías tan cómoda que te sincerabas y contabas algo que nadie más sabía, y la otra persona no juzgaba, solo escuchaba, como los buenos amigos hacen.


Echo de menos a mis mejores amigos.