Faltaban
dos días para Nochevieja y acompañé a Anne al centro comercial para encontrar
algo de ropa para el fin de año.
-
Aquí fui donde vi el mono enterizo negro. - Dijo Anne, entrando en una de las
tiendas. Le seguí. - Espero encontrar uno de mi talla.
Miré
mi móvil, Dean me acababa de escribir por el chat, le respondí, con una sonrisa
en los labios. Llevábamos hablando de esa forma todos los días desde la cita
que tuvimos en El Ruiseñor, de la que hacía poco más de una semana. Ninguno de
los dos habíamos tenido tiempo para vernos en persona pero aún así habíamos seguido
en contacto.
- ¿Lo
ves? - Preguntó Anne.
-
¿Eh? - Levanté la vista de la pantalla. - No, no lo he visto. - Respondí finalmente.
-
¿Otra vez Dean? - Asentí, guardando el móvil en el bolsillo del pantalón. - Qué
sonrisita más tonta pones cuando le escribes.
- No
pongo ninguna sonrisa tonta. - Me quejé.
- Si
que la pones, mira, aún la tienes en la cara. - Se escuchó el sonido del chat.
Hice un enorme esfuerzo por no mirarlo. - ¿Cómo van las cosas entre vosotros?
-
Bien, parece como si volviéramos a empezar de cero. - Me puse seria durante un
momento. - No quiero que vuelva a hacerme daño así que intento no ilusionarme
demasiado. Que me dedicara una canción y me dijera cosas bonitas no significa
que no vaya a marcharse de nuevo.
-
Haces bien. - Movió las perchas en busca de su conjunto.
-
Oye, ¿odias a Dean? - Le pregunté mientras miraba una camiseta con un diseño
amorfo. - ¿Hay alguien que se ponga esto?
Anne
se dio media vuelta para ver de qué prenda se trataba.
-
Seguramente, hay gustos para todo. - Hizo una pausa. - A ver, odiarle no le
odio. Más odiaba al otro, aunque más bien odiaba su actitud y lo mujeriego que era.
- Dijo refiriéndose a Nigel. - Pero Dean se comportó como un idiota contigo.
Vale que estuviera traumatizado o lo que fuera pero no tendría por qué haber
roto contigo.
-
Rompimos los dos. – Aclaré. Siguió mirando ropa tras encogerse de hombros. -
Ahora lo está tratando de arreglar.
- Y
más le vale esta vez hacer las cosas bien porque sino se las va a tener que ver
conmigo. - Entrecerró los ojos. - Y ya sabes cómo me pongo, a borde no me gana
nadie. – Sonreí, totalmente de acuerdo. El móvil volvió a sonar y lo sujeté en
mi mano.
-
Mira, ¿no es ese tu conjunto? - Señalé un mono enterizo negro palabra de honor
que estaba colgado en una percha.
-
¡Si! - Fue hacia él. - Te permito responderle.
- Lo
iba a hacer de todas formas. - Le saqué la lengua mientras contestaba a Dean.
Llegó
el día de nochevieja y, como todos los años, lo celebré en casa de mis tíos.
Tomamos las uvas y nos felicitamos mutuamente el año nuevo.
-
Bueno, ¿y dónde vas a ir para festejar el comienzo del año? - Me preguntó mi
tía.
- A
un local que hay cerca del centro de la ciudad, me han dicho que está muy bien.
- Respondí. Me volví hacia mi primo. - ¿Y tú, Iván?
- Yo
iré fuera de esta ciudad, la tengo muy vista. Me quedaré a dormir en casa de
unos amigos así no me tengo que preocupar por el coche.
-
Está bien.
-
¿Vas a ir con Dean? - Continuó él.
- Se
supone que nos encontraremos allí pero voy a ir con mis amigos.
- ¿Todavía
no habéis hecho las paces? - Preguntó mi tío subiéndose las gafas.
-
Estamos en ello. - Me resultaba incómodo hablar de él en ese momento. Cuando
estábamos juntos, en Navidad siempre solía venir a casa después de cenar, se
quedaba un rato con mi familia, luego visitábamos a la suya y por último nos
íbamos a celebrar el año con nuestros amigos.
Entramos
en el pub. Tras el recibidor había unas escaleras que bajaban hacia una puerta
abatible que separaba la entrada de la amplia sala de baile. Antes de llegar a
esa puerta, había un servicio de guardarropa en el que dejamos nuestros
abrigos. Leeroy, Nathan y Charlotte estaban con nosotros, ella estaba
despampanante con un vestido negro con escote en forma de corazón y su cabello
pelirrojo suelto en forma de ondas. John no se separaba de ella, se veían
encantadores juntos. Anne estaba bastante animada, Darren le había dicho que
vendría dentro de unos días y que se quedaría una semana. Jack iba a llegar más
tarde, con Dean, e Isabelle parecía impaciente y ansiosa por verle.
En el
precio de la entrada se incluía la primera bebida gratis, un gorro de fiesta,
unas gafas que brillaban en la oscuridad y un silbato de papel. Pusieron
canciones antiguas, clásicos como Greased Lightning o Saturday Night,
junto a otras más nuevas. Un empleado del local se ofreció a hacernos una foto
con su cámara profesional. Antes de que la hiciera, Jack apareció de la nada y
posó con nosotros con una amplia sonrisa. Le pidió al fotógrafo que se la
enseñara, luego nos miró y dijo:
- Muy
guapos todos, aunque yo más. - Bromeó. Se volvió hacia Isabelle, mirándola con
ternura. - Feliz año nuevo, pequeña. - La besó. Había tanto amor y dulzura en
ese gesto que me sentí obligada a desviar la vista para darles intimidad.
-
Feliz año nuevo a todos. - Nos deseó Jack.
-
Igualmente. - Dije. - ¿Dean no ha venido contigo?
- Sí,
lo he dejado bajando las escaleras. – Me lo imaginé, cojeando por los traicioneros
escalones parcialmente iluminados que llevaban hasta la subterránea entrada.
- Voy
a ver si necesita ayuda.
Me
abrí paso hasta llegar al vestíbulo. No había nadie allí excepto la chica del
guardarropa y el chico que estaba detrás del mostrador. Solté la puerta
observando su hipnótico balanceo. ¿Dónde se había metido?
- ¿Me
buscabas? - Preguntó una voz familiar a mi espalda. Me giré y vi la comisura de
los labios de Dean ligeramente elevada y esos ojos tan azules que resaltaban
con la luz de los focos. Le abracé impulsivamente. Me aparté, siendo
repentinamente consciente de que mi apasionado saludo estaba fuera de lugar.
-
¡Feliz año nuevo a ti también! – Dijo, enseñando su preciosa sonrisa, con las
paletas ligeramente más bajas que el resto de los dientes. Le alisé la chaqueta
con rapidez, sin querer disculparme, pues no me arrepentía. Su traje era gris
oscuro, su camisa blanca y la corbata azul marino. Su cabello estaba elevado en
su característica pequeña cresta. Él también me observaba con detenimiento.
-
¿Vamos con los demás? – Pregunté, ladeando la cabeza. Me siguió entre la
multitud con dificultad, colocando una mano sobre mi hombro para no perderme.
Por fin llegamos al rincón donde estaban nuestros amigos.
- Ya
estamos aquí. - Les presenté a Dean a Charlotte, Leeroy y Nathan.
Anne
y yo volvíamos del servicio mientras me hablaba de Darren con una amplia
sonrisa.
- Y
llamó para felicitarme el año, hacía tanto que no escuchaba su voz... Entonces
me dijo que tenía un regalo de Reyes anticipado para mí, que vendría dentro de
cuatro días. ¡Solo cuatro días más y lo tendré aquí! No podría pedir un regalo
mejor.
- No
sabes cuánto me alegro. Te mereces eso y más. - Le abracé rodeándole la cintura
con un brazo.
Regresamos
con el grupo. Estaban sentados en unos sillones alrededor de una pequeña mesa.
Dean se levantó y se acercó, cojeando ligeramente, hacia mí. Anne se marchó,
dejándonos a solas.
- ¿Me
concedes este baile? - Me ofreció su mano.
-
Faltaría más. - Me hizo dar una vuelta sobre mi misma y nos pusimos el uno
frente al otro. Giramos lentamente sin seguir realmente el ritmo de la música.
- No
sabía que John había encontrado pareja. - Dijo Dean. – Y tampoco que Isabelle
estuviera con Jack hasta que él me lo contó.
-
Anne también tiene novio, lo que pasa es que está en Francia. Te has perdido
muchas cosas mientras no estabas por aquí. - Nigel pasó por mi cabeza. Bajé la
vista. - Hablando de eso, cuando te fuiste, yo... - Era más difícil de admitir
de lo que creía. - Bueno, tuve algo con Nigel. Entre nosotros ya no hay nada
pero quería que lo supieras. - Sentí como si me quitara un peso de encima.
- Ya
lo sabía. - Alcé la vista. - Pero me alegra que me lo hayas contado.
-
¿Cómo lo sabías?
- La
gente habla demasiado. - Apoyé la cabeza sobre su hombro y cerré los ojos,
disfrutando del momento. Dean parecía otro, más tranquilo, más seguro de sí
mismo pero seguía siendo el mismo chico del que me enamoré. Un te quiero
estaba a punto de salir de mis labios cuando él habló.
-
Escucha, no me importa con quién hayas estado. - Me miró a los ojos. - Te
quiero, Catherine, nunca he dejado de hacerlo, y este tiempo separados me ha
servido para darme cuenta de que ese sentimiento es más fuerte de lo que
pensaba. - Sonreí. - Espero que algún día me vuelvas a querer como hacías
antes.
- Ya
lo hago, tonto. - Le acaricié la mejilla. - Te quiero y lo siento si alguna vez
te he hecho pensar lo contrario.
Nos
acercamos para sellar nuestras palabras con un beso. Nuestros labios apenas se
habían rozado cuando alguien nos separó con brusquedad.
- ¡No
me lo puedo creer! - Dijo Peter boquiabierto. - ¿No te ha hecho ya suficiente
daño? - Continuó, señalándome. - Después de todo lo que he hecho por ti, Dean,
así me lo agradeces, volviendo a los brazos de esta zorr... - Dean le empujó.
-
Cuidado con lo que dices de ella, Pete. - Le advirtió.
- ¿O
sino qué?
- No
me hagas elegir entre tú y ella, Peter, porque puedes salir perdiendo. - Peter
frunció el ceño.
-
¿Elegirías a esa fulana antes que a tu mejor amigo?
- ¡No
la llames así! - Los hombros de Dean se tensaron y volvió a empujarle.
-
Dean, déjalo, no importa. - Dije, tirando de su brazo. Nunca le había visto tan
enfadado y mucho menos con Peter.
-
¿Cómo que no importa? Discúlpate, Peter. No me hagas hacer cosas de las que me
arrepienta.
-
¿Cómo qué? ¿Me vas a pegar con tu pierna falsa o qué? - Se burló el que se
suponía que era su mejor amigo.
Dean
se abalanzó hacia él y se enzarzaron en una pelea. Las personas a su alrededor
se apartaron. Jack y John trataron de separarlos pero resultaba imposible
hacerlo sin recibir un golpe. Un enorme portero apareció, llevándose a ambos
fuera del pub.
Miré
a mis amigos, que se habían quedado igual de conmocionados que yo y me dirigí
escaleras arriba, seguidos por ellos.
- Y
no volváis por aquí. - Dijo el gorila, soltando a Dean y a Peter en la calle.
El contraste de temperatura entre la calidez del interior y la heladez del
exterior me hizo estremecerme. El portero me echó una mirada de advertencia,
como si yo hubiera participado en la pelea.
A
Peter le sangraba la nariz y Dean tenía un corte en el labio, que se le había
hinchado. Ambos cruzaron una mirada de hostilidad.
- Por
favor, no. - Le pedí a Dean, sujetándole del brazo. - No más peleas. - Me miró,
luego a Peter y de nuevo a mí. Asintió, lamiéndose la sangre del labio y escupiéndola
en el suelo.
- Ya
se quién lleva los pantalones en vuestra relación. - Se burló Peter.
- ¿Quieres
más, amigo? - Dijo Dean con sorna. - ¿No tienes bastante con una nariz
rota?
Jack
fue el primero en acercarse a nosotros.
-
¿Pero qué ha pasado?
-
Pregúntale a él. - Respondió Dean.
-
Madre mia, tu nariz. - Jack se acercó a Peter. - Tiene que verte un médico.
- No
es para tanto. - Dijo este, llevándose la mano al rostro.
- Me
quedaré más tranquilo cuando lo diga un profesional. - Concluyó Jack. - Vamos.
- Te
acompañaré. - Se ofreció Isabelle, marchándose con ellos tras recoger su
abrigo.
-
Chicos, id dentro. Ahora os sigo. - Les dije al resto del grupo.
-
Toma, vas a coger frío. - Dean me puso su chaqueta sobre los hombros. Se apoyó
en el saliente de un edificio cercano y se llevó la mano a un hombro, moviéndolo
con cuidado. Por lo visto, la herida del labio no era la única que tenía.
-
¿Cómo se te ocurre pelearte con Peter? - Le pregunté.
- ¿Es
que no has oído lo que ha dicho? Te ha faltado al respeto.
- Lo
sé, pero no quiero que pierdas amigos por mi culpa. Deberías haberlo dejado
pasar.
- ¿Qué?
Ni hablar. - Colocó sus manos en mis brazos. - Si realmente fuera mi amigo no
se hubiera comportado así.
- Aun
así no deberías haber usado la violencia. Las personas se entienden hablando. -
Me quité su chaqueta y se la devolví. - Creo que deberías volver a casa o, por
lo menos, ir a que te miren el labio.
-
Feliz año nuevo, Dean. – Me despedí. Di media vuelta y entré en el pub.
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