domingo, 25 de mayo de 2014

Última semana de prácticas

Y pensar que hace poco más de dos meses estaba empezando con las prácticas del ciclo y ya solo me falta una semana para terminarlas... Me siento más madura y segura de mi misma que al principio.

Primer día: martes 18 de marzo. Uniformada y lista para entrar en recepción me dijeron que empezaría en pisos. Con un cambio de ropa y una presentación rápida me indicaron con quién iba a estar ese día y me explicaron las funciones (que ya sabía) de una camarera de pisos. Agotador, esa es la palabra.
El resto de la semana (solo tres días) estuve en recepción, conociendo los pasos a seguir, aprendiendo a meter las reservas en sistema y todo lo que conlleva ser recepcionista.

La segunda semana fue tremenda. Toda la semana en pisos, 5 días las 8 horas correspondientes. Porquerías en los baños, una pequeña propina, practicar mi inglés con un simpático cliente de los Países Bajos, limpiar terrazas, dejarme las rodillas limpiando las bañeras, en resumen, conocer lo que es un trabajo duro y poco gratificante. Con las camareras de pisos he aprendido a apreciar realmente su esfuerzo, tiene mucho mérito, y no se le reconoce como es debido sus labores que son una parte muy importante en un establecimiento hotelero. ¡Un fuerte aplauso para ellas!

Los siguientes días de prácticas los pasé en recepción, solo en recepción, ya que hablamos con el director y, suerte la nuestra, nos dejó quedarnos fijos en este departamento. Clientes agradecidos, clientes maleducados y con prisa, clientes que no se enteran, clientes que entraron cuando entraste en el hotel y aun siguen allí (así como leéis), clientes educados, clientes raros, clientes que no saludan, clientes que sí lo hacen, clientes que tratan de ligar contigo, clientes que no te importarían que ligaran contigo... Hay todo tipo de personas en este mundo.

Y qué decir de mis compañeros... Cuando por fin logro coger confianza con ellos los tengo que dejar. Les he llegado a tener mucho aprecio. Mi querido casi-vecino, que me comprendía perfectamente ya que él había empezado también con sus prácticas y lo habían hecho fijo en el hotel; mi primera compañera, simpática y que resolvía mis dudas de buena gana; el Pepe Navas, profesional y muy bueno explicando; el que es capaz de venderte cualquier cosa y conseguir que la compres de buena gana, con su gusto por lo verde; la que me llamaba "su pequeño poni" con su energía, su perfeccionismo y sus bromas; la jefa, la que hizo que me soltara realmente, confiando en que me podía defender sola en el mostrador (pudiendo pedirle su ayuda en cuanto la necesitara)... De todos ellos he aprendido algo y me alegra haberles conocido.

Mis otros compañeros con los que no he tenido tanto contacto como con los anteriores, pero no por ello son menos importantes: el chico del turno de noche, con el que solo coincidía cinco minutos pero bastaba para una charla rápida y agradable; mis compañeras de pisos, con las que no llegué a tener mucha confianza pero que eran divertidas, amables y prácticas; el maître, un señor de los pies a la cabeza con sentido del humor; los de mantenimiento, que aguantaban mis llamadas sobre los problemas de los clientes en sus habitaciones; y el comercial, que me veía con dotes para seguir en el mundo hotelero.
Seguramente me dejo a alguien olvidado pero son muchas las personas que logran hacer que el establecimiento siga adelante día a día.

A todas esas personas que he tenido el placer de conocer en estos últimos meses les agradezco lo que me han enseñado y puedo decir, con toda sinceridad, que echaré de menos todo esto.


¡Muchas gracias por esta agradable experiencia y espero que volvamos a vernos!

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