Tony paró el reproductor de música y sacié mi sed. Hacía 6 meses que había empezado su gira y por fin le habían dado unas semanas de descanso. Esos meses sin él habían sido duros, muy duros, afortunadamente nos la arreglamos para tener el tiempo suficiente para hablar a diario y ponernos al día. Las críticas del musical habían sido buenas y cada vez les solicitaban para más lugares. Además de realizar las actuaciones, a Tony le enseñaban nuevas técnicas y estilos de baile y le ayudaron a mejorar su voz para que participara también en los coros. Le veía más seguro de sí mismo que cuando se fue y también más maduro.
Por mi parte, seguía en la academia Salazar, trabajando duro y a diario, y me había apuntado a un concurso de baile en el que el ganador se llevaría una beca para estudiar en una de las academias de danza con más prestigio de la comunidad. Faltaba apenas mes y medio para el gran día.
- Entonces, ¿cómo me ves? - Le había pedido que me ayudara a mejorar mi coreografía.
- Perfecta, como siempre. - Me dijo guiñándome un ojo. Puse los ojos en blanco aunque mi corazón latió frenético ante ese gesto.
- Necesito que me digas mis fallos, sino no voy a mejorar nunca. - Se pasó una mano por la cara, parecía cansado. Se acercó y entrelazó sus dedos con los míos, su contacto me relajó.
- Lo primero que debes hacer es disfrutar del baile, no te exijas tanto, siéntelo. - Pegó su frente a la mía. Le besé. - Te he echado de menos.
- Yo también a ti. - Nos abrazamos.
Después de un pequeño descanso retomamos el ensayo.
- Vamos a probar una cosa. - Dijo parándose a medio camino del reproductor. - Baila sin música, haz la coreografía pero a tu ritmo. Una vez que forme parte de ti, podrás adaptarla a cualquier melodía.
- ¿Eso es lo que te están enseñando o se te acaba de ocurrir? - Arqueó una ceja.
- ¿Quieres mi ayuda o no? - Me encogí de hombros e hice lo que él me pidió. Bailar sin algo que indicara el compás era difícil así que conté con la cabeza.
Un, dos, tres, cuatro... Un, dos, tres, cuatro...
El ritmo de la música era más rápido pero de esta forma podía centrarme en marcar mejor los pasos y realizarlos con la fuerza o suavidad que debía. Cuando terminé la coreografía, Tony me miró pensativo sin decir nada.