Esa sensación de libertad cuando decides salir de tu casa de improviso, sin haberlo planeado con antelación, y no tratan de detenerte ni quitarte las ganas. Ese poder decir 'me voy' y realmente irte, a andar, a correr, a dar una vuelta con tus amigos. El ir al lugar de trabajo o estudio con el coche, por tu propia cuenta, sin necesidad de depender de alguien. Esa confianza que depositan los compañeros de trabajo en ti, que te dejan sola en el mostrador de recepción sabiendo que aún te quedan muchas cosas por aprender pero que, a pesar de ello, te dejan la suficiente libertad para poder cometer tus propios errores y sacar lecciones de ellos.
Son pequeños, y tal vez insignificantes, detalles del día a día que, cuando vuelves la vista al pasado, te das cuenta de lo mucho que has crecido y no solo físicamente, sino como persona, como una joven adulta a la que todavía le queda mucho por aprender pero que está deseosa de hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario