domingo, 8 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 6 - SEGUNDO BAILE

Último dia de Selectividad, salí del examen de geografía, el último examen, con un gran peso quitado de encima. Hacía un día espléndido. John, que estaba en un curso inferior a mi aunque tenía un año más que yo, nos hizo una visita escaqueándose de la clase de Filosofía. A Isabelle y Samantha todavía les quedaba un examen por hacer, el de economía, les deseé suerte. Me extrañó que Samantha, con lo curiosa que era, no me preguntara sobre el chico que me sacó a bailar en la graduación, ya que ella no estaba delante y seguramente se lo habrían contado. Cuando entraron en el pabellón de gimnasia, donde se hacía el examen de Selectividad, se nos acercó a Anne, John y a mi dos antiguos compañeros de clase.
- ¿Qué? ¿Cómo os ha ido? - Nos preguntó Fran.
- Bien, pensaba que iba a ser más difícil pero ha sido más fácil que los exámenes que hacemos en clase. - le respondió Anne.
- Oye ¿qué tal la graduación? - me dijo Drew con una sonrisa pícara. - Me han dicho que ligaste. - Me quedé boquiabierta.
- Como corren los rumores, ¿no? - respondí.
- Hay que ver, fíjate, Catherine ligando. - Colaboró Fran. ¿Pero ellos a qué se referían con lo de ligar?
- Solo me sacó a bailar. - aclaré.
- Y se dieron un beso y todo. - añadió Anne.
- Mírala que lista. - dijo Drew.
- ¡Pero en la mejilla! - Aclaré. Le di un pequeño empujón a Anne. No quería que se tergiversaran las cosas.
- Yo no he dicho donde, ya eso vosotros lo imaginais. - Se defendió Anne.
- ¿Cómo lo has sabido? ¿Quién te lo ha dicho? - interrogué a Drew.
- Lo escuché de... - se interrumpió. - Bueno, no sé, lo escuché por ahí. - Parecía no querer inculpar a nadie.
- Pues eso, solo fue un baile. - dejé claro. Cambiamos de tema y seguimos hablando hasta que ellos tuvieron que volver a clase.
Anne y yo decidimos volver a casa andando junto a otra de mis compañeras de clase, Déborah, una chica sonriente y divertida con el pelo largo y negro y la piel ligeramente más morena que la mia.
- ¿Vais a ir a la graduación del instituto Rodríguez Ayala? - Nos preguntó Déborah.
- Yo si, mi prima se gradúa. - dijo Anne.
- ¿Y a la fiesta de después? Es en la misma discoteca que la de nuestra graduación, incluso sirven las mismas entradas. - Anne y yo intercambiamos una mirada, ambas teníamos ganas de ir de fiesta y más después de tanto estudiar.
- Vale. - dijimos a la vez. Sonreímos, eso nos pasaba a menudo.
- Bueno, pues entonces os veré allí. Yo vivo por aqui. - señaló una calle a la derecha. - ¡Hasta luego!
- ¡Hasta luego!
- Adios.

La madre de Anne nos llevó a la discoteca. Llegamos temprano, acaban de abrirla y estaba casi vacía. Esta vez la sala redondeada estaba cerrada y solo se podía usar la sala rectangular, la más pequeña. Vi a algunos chicos de Bachillerato de ciencias. Peter, el mejor amigo de Dean, estaba con ellos, le sonreí como saludo. No había hablado con él desde el funeral de Dean y no tenía ganas ni motivos para hacerlo.
Poco a poco se fue llenando el local y nos encontramos con Déborah, su novio y más personas de nuestra clase. Bailamos sin parar y me entró sed. Me compré un refresco y volví con el grupo. Me sentí observada y vi que Nigel, el chico que me había sacado a bailar, estaba cerca nuestra, mirándome de reojos. Noté los nervios extenderse por mi cuerpo, agarré el vaso con fuerza, temiendo que se cayera. Saludó a Michael, un chico simpático de casi dos metros que había dado el discurso de graduación.
- ¡¿Conoce a Michael?! - Le dije incrédula a Anne.
- Por lo visto. - Me respondió igual de sorprendida que yo. Nigel me volvió a mirar y me ignoró deliberadamente. Se puso a hablar con el novio de Déborah. ¿Ah si? Pues ahora iba a hablar yo con ella. Me volví hacia Déborah y me acerqué a su oido.
- El chico que está hablando con tu novio me sacó a bailar en la graduación.
- ¡¿Qué?! - con el ruido de la música no se escuchaba nada.
- Que ese chico me sacó a bailar. - repetí.
- ¡¿Quién?! - dijo demasiado alto. Nigel estaba a mi lado.
- Yo. - dijo, arrogante. Traté de matar con la mirada a Déborah por ser tan escandalosa. Nigel tiró de mi brazo con suavidad apartándome del grupo y me observó con detenimiento.
- ¿A ver? - Sin saber por qué, giré sobre mi misma para que viera el precioso vestido azul y blanco que llevaba puesto. Me sentía incómoda siendo el centro de su atención aunque a la misma vez me gustaba. Me acerqué a él y nos colocamos en posición de baile. Todavía tenía el vaso en mi mano así que una mano le quedó libre. Se acercó a mi refresco y lo olió.
- ¿Qué es? - me preguntó.
- Coca-cola. - se extrañó.
- ¿Solo Coca-cola?
- Si, soy una chica sana. - le respondí.
- Yo también. - le miré arqueando una ceja.
- Claro. - dije sin estar muy convencida. No parecía el tipo de chico adecuado para mi, aunque se pareciera a Dean. Era un creído, aunque no había hablado mucho con él seguramente no tendríamos nada en común y, para colmo, me daba la impresión de que era un mujeriego, el típico chico que está con una, o más chicas, cada noche. Seguimos bailando.
- ¿Conoces a Laurel? - Por mi cabeza pasó la imagen de una chica de la otra clase, no la conocía mucho pero parecía directa, y eso me gustaba.
- Si.
- Es mi prima. - Le observé con detenimiento, pensando que estaba bromeando. Por eso se habían extendido los rumores tan pronto, él se lo habría contado a su prima y ella a los demás. Físicamente no se parecían en nada. Él, de piel clara, ojos claros y pelo castaño. Ella, piel morena, ojos marrones y pelo negro.
- Ah. - Dudé en si decirlo o no, pues mi inseguridad me hacía pensar que él me iba a responder borde. Opté por callarme. Me sonrió ligeramente. Cruzó sus manos en mi espalda y acercó su cara a mi cuello. Al hacerlo mi propio pelo se movió y me hizo cosquillas. Le apreté contra mi con el brazo libre, respondiéndole a ese extraño abrazo.
- Bueno, pues... - se encogió de hombros y nos alejamos. Cogía a una chica, bailaba con ella y la soltaba, no hacía nada malo si estaba soltero, el problema era cuando la chica se creía sus ilusiones de afecto. Esta vez me costó más soltarle. Mi mano seguía en su espalda y la quité cuando me di cuenta de ello. Le vi alejarse con esos hombros tan perfectos y ese polo azul que le sentaba como un guante.
- Es un creido. - Escuché a mi derecha. Aparté la vista de Nigel y le miré, era el novio de Déborah, Joseph.
- Se ve, se ve. - Conseguí decir, notaba la boca seca y tomé un sorbo de mi refresco. No debía caer bajo su hechizo de atracción, aunque puede que ya fuera algo tarde para eso. Ni hablar, no iba a ser una más de sus chicas.
- Así que Nigel... - me dijo Déborah.
- Me sacó a bailar en la graduación... - parecía que era lo único que sabía decir. - Dice que es el primo de Laurel. - Déborah asintió.
La noche continuó y nos sentamos en unos reservados que habían dejado abierto a todo el público. Consisitía en un espacio junto a la pista de baile, dos escalones más alto que esta, con unos cómodos sillones blancos con dos mesas bajas frente a ellos. Tenía dolorida las plantas de los pies de tanto bailar. Al rato, vi a Nigel acercarse al reservado desde la pista, me miró y se apoyó de espaldas en la barandilla que lo rodeaba, sin llegar a subir los escalones.
- Ay, Nigel, Nigel... - murmuró Jason, que estaba sentado a mi lado. Era bajito y regordete, estuvo en mi clase hacía dos años, y se graduó conmigo con la única diferencia de que era de la modalidad de ciencias. Ahora todo el mundo conocía a Nigel, ¿o qué?
- Si... - Luché contra la vagueza y la molestia de los tacones y fui hacia él. Respiré hondo y le di un toque con los dedos en el hombro izquierdo, poniéndome a su derecha. Cayó en mi broma y miró hacia la izquierda, creyendo que encontraría a alguien en ese lado. Giró la cabeza hacia mi y me apoyé en la inestable barandilla.
- ¿Aburrido? - le pregunté por encima del ruido de la música. Se encogió de hombros.
- Un poco.
- Entonces Laurel es tu prima. No os pareceis mucho. - dije tratando de entablar una conversación.
- Me lo dicen mucho. - Se dió media vuelta y nos quedamos uno frente al otro, con la barandilla en medio. Al cruzar nuestras miradas de nuevo me quedé sin palabras. - ¿Por eso me miraste como si no me creyeras?
- Si, bueno, no es que no te creyera, es que me pareció raro. No sé, no esperaba que fueras su primo. - Balbuceé nerviosa. Me miré mis manos temblorosas. ¿Por qué me costaba tanto hablar con él? ¿Por qué hacia esto? ¿Acaso me había olvidado tan pronto de Dean? Esta conversación no parecía llevar a ninguna parte.
- Hay mucho ruido aquí, ¿vamos a un sitio más tranquilo? - asentí y le hice una seña a Anne indicándole que volvería enseguida.
Le seguí entre la multitud, él miró hacia atrás y me sonrió. Caminamos el uno junto al otro hasta llegar a la zona al aire libre situada en la parte trasera del pub. Había algunas sillas repartidas por el sitio y la mayoría de los que estaban allí tenían un cigarro en la mano. Nos paramos en un rincón alejado. Las estrellas brillaban en el cielo y solo se escuchaban los murmullos de los que estaban allí y el sonido de la música amortiguado. Mis oidos lo agradecieron.
- Mejor, ¿verdad? - dijo Nigel.
- Mucho, así no tengo que gritar para hablar. - Hice una pausa, pensando en qué decir. - ¿Eres de aquí? Nunca te había visto antes.
- Pues llevo toda mi vida aquí, bueno, casi toda, me mudé cuando tenía seis años.
Me contó que jugaba al baloncesto, aunque ahora mismo lo había dejado de lado por un tiempo por los estudios. Era un año mayor que yo y también estaba estudiando bachiller, con la diferencia de que había repetido dos cursos.
- Entonces el año que viene será tu graduación.
- Si es que no repito también... - Alzó una ceja y miró al suelo, algo avergonzado. - ¿Y tú vas a ir a la universidad o algo?
Una corriente de aire entró por el hueco donde debería estar el techo y revolvió mi pelo.
- Todavía no estoy segura, si fuera a la universidad me tendría que ir de la ciudad y - apartó un mechón que me caía sobre los ojos y me lo puso con suavidad detrás de la oreja. - no me lanzo.
- ¿Por qué no? Es lo que todo el mundo quiere, terminar bachiller y largarse a otro sitio para probar la vida universitaria. - Cada vez que me miraba parecía que quería que le sorprendiera, como si esperara algo de mi. Bajé la vista.
- Entonces no soy como todo el mundo. - Sonreí timidamente. - Soy de las que prefieren la seguridad de su casa y estar tranquila leyendo un libro o con el ordenador antes que ir de fiesta y beber hasta no saber lo que haces. - Me estaba desviando del tema pero no podía pensar con claridad. No con él tan cerca.
Tomó mis manos entre las suyas. Su mirada pasaba de mis ojos a mis labios. Notaba la boca seca y tragué saliva. Me rodeó la cintura y se acercó. Mantuve mi vista baja, sin saber qué hacer.
- No te pongas nerviosa. - Murmuró acercándose a mi oido. Me hacía sentir vulnerable, manejable entre sus brazos, y a la misma vez segura y deseada, de una forma en la que no me había sentido desde hacía mucho tiempo.
Alcé la cabeza y me perdí en su mirada, cerré los ojos dejándome llevar. Entonces, vi el rostro de Dean en mis párpados, como si estuviera grabado con fuego en mi retina. Me aparté antes de que nuestros labios se rozaran.
- Espera. - dije con un hilo de voz.
- ¿Qué pasa? - el tono de enfado en su voz desapareció al ver la humedad en mis ojos. - ¿Estás bien? - Asentí. - ¿Entonces?
El aire pasaba entre nosotros aunque sus manos seguían en mi cintura y las mias en su pecho.
- No lo sé.
- ¿No te gusto? - Noté una cierta inseguridad en su voz, casi incredulidad. Aguanté una carcajada, ojalá fuera eso.
- ¿Crees que estaría aqui contigo si no me gustaras? - Negó con la cabeza.
- ¿Tienes novio? - Sentí una punzada en el pecho.
- Ya no. - Dije con un hilo de voz. Se quedó en silencio, escrutándome con la mirada.
- Entonces, ¿cuál es el problema?
- No lo sé. - Repetí, no podía levantar la vista hasta sus ojos. - Necesito un poco de tiempo.
- De acuerdo. - Añadió tras una pequeña pausa. Me besó en la mejilla y apartó sus manos de mi. Me acompañó hasta la mitad de la pista y volví hacia donde estaban Anne y los demás.
- Eso no me lo esperaba de ti. - Me dijo con una sonrisa cuando me senté a su lado.
- Yo tampoco, lo he hecho sin pensar. - Sentí remordimientos. Aunque no había llegado a pasar nada, esto no estaba bien. Dean aún seguía en mi cabeza y en mi corazón pero, de alguna forma, ese chico aliviaba mi pérdida, me ayudaba a olvidarle, aunque fuera por un momento.

Sonó una canción típica del verano de hace unos cuantos años, Anne y yo nos levantamos enseguida y empujamos a los demás a que hicieran lo mismo, Jason se apuntó. Michael estaba ya en la pista, rondando de un lado para otro del local. Sus mofletes estaban adquiriendo un tono rojizo debido al alcohol y tenía una gran sonrisa en los labios. Estábamos bailando en corro cuando alcé la vista y le ví. Otra vez Nigel, levantó el brazo y me señaló. Sus dedos estaban demasiado cerca de mi cara.
- ¿Qué? - Vocalicé con los labios bajándole la mano. Volvió a desaparecer. ¿Pero qué quería?
Déborah y mis otras compañeras de clase se levantaron de los cómodos sillones del reservado y vinieron hacia la pista. Les vi saludar a otra chica, era Laurel, la prima de Nigel, me empecé a poner nerviosa. Recordé que, días antes, al entregar Anne y yo los formularios para selectividad nos cruzamos con ella, y estábamos hablando de la graduación y de su primo, de lo inesperado que fue todo y de cómo gracias a que Anne me dio ánimos, bailé con él. Afortunadamente, no dijimos su nombre en ningún momento pero si Laurel había oido parte de la conversación y atado cabos sabría que estábamos hablando de su primo y se lo podría haber dicho a él, lo que le haría sentir aún más superior de lo que se creía.
- Hola. - Nos saludó a Anne y a mi con dos besos. Se puso a hablar con Déborah y seguimos bailando en círculo.
Al rato Nigel se acercó a nuestro grupo. Ambos primos estaban justo en frente mía, Anne estaba a mi derecha y las otras chicas formaban un círculo sin cerrar, casi una "u". Él tiró de la mano de su prima como un niño pequeño, me señaló y dijo:
- Esa es la chica con la que bailo. - Asentí sin saber qué decir. Menos mal que estaba oscuro porque mis mejillas debían de estar rojas, quería que la tierra se me tragase. Una de ellas dirás, pensé. Ella volvió su vista hacia mi con sus grandes ojos marrones, mantuve mi mirada fija en ellos, no era capaz de mirarle a él.
- Me parece muy bien. ¿Qué quieres que te diga? - Parecía algo incómoda también, aunque si algo sabía de ella era que de tímida no tenía nada.
Nigel fue saludando con dos besos en las mejillas a todas las chicas puestas en fila. Seguramente se estaba sintiendo el más importante del mundo rodeado por tantas mujeres y, encima, alineadas para poder besarlas a gusto. Cuando llegó el turno de Anne se paró.
- Y a ti no te quiero escuchar más. - le dijo.
- ¿Tú me has escuchado hablar acaso? - respondió Anne de forma cortante. Nigel sonrió, no sabía si porque le gustó su respuesta o porque se sintió amenazado ante una chica que no caía en sus encantos. Sentí rabia. Debería elegir solo a una chica de cada grupo, la primera vez intentó sacarla a bailar y ahora trataba de tontear con ella. Llegó mi turno. Era incapaz de mirarle a la cara, dudé en si dejarle darme dos besos o apartarme pero no iba a montar un numerito, y mucho menos por él, así que dejé que me besara en la mejilla.
Estaba en su naturaleza, él era así, me odiaba a mi misma por haberle visto de otra forma. No era Dean, no sabía ni cómo se me había pasado ese pensamiento por la cabeza. Se volvió a ir sin echar un vistazo hacia atrás. Me alegré de no haberle besado momentos antes, en la zona al aire libre, no sabía qué se me había pasado por la cabeza para desearlo siquiera.
En esta ocasión no me lo pasé tan bien como en mi graduación. Estaba cansada, decepcionada, enfadada y echando mucho de menos a Dean.

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